lucerna – tolstoi

El siete de julio de 1857, en Lucerna, delante del hotel Schweitzerhof, en el que se alojan personas bastante adineradas, un cantante vagabundo y menesteroso cantó y tocó la guitarra durante media hora. En torno a un centenar de personas lo escuchó. Tres veces pidió el cantante que le entregaran algo. Pero nadie le dio nada y muchos se rieron de él

A partir de esta historia, Tolstoi crea el cuento Lucerna (que podéis leer en este enlace) y que inicia el tomo Relatos. Cuántas veces encontramos situaciones parecidas y cuántas veces piensa uno en lo injusta que es la vida con el músico callejero.

¿Por qué esta noche os habéis asomado a los balcones y en respetuoso silencio habéis escuchado la canción de un desdichado mendigo? Si hubiera querido cantar más, habríais seguido callando y escuchando. ¿Acaso con dinero, incluso con millones, se os podría echar de vuestro país y reuniros en un pequeño rincón de Lucerna? ¿Con dinero se os podría juntar en las terrazas y obligaros a guardar silencio y sin moveros durante media hora? ¡No! Lo único que os obliga a actuar así, y que ejercerá siempre sobre vosotros mayor influencia que cualquier otro estímulo de la vida, es la necesidad de poesía, de la que no sois conscientes, pero que sentís y sentiréis mientras quede en vosotros algún rasgo humano.

Como dijo Turguéniev: Tolstoi es un gigante entre los demás escritores. Un elefante entre los demás animales. Como un elefante, puede arrancar un árbol de cuajo, pero también puede coger una mariposa con tanta delicadeza que no se pierda ni una brizna de polvo de sus alas