el señor Levin


Tolstoi

A pesar del tiempo que ha pasado desde 1877, año de publicación de Ana Karerina, resulta casi imposible (por lo menos a mí) no sentirse identificado con el señor Levin y con gran parte de las preocupaciones que lo acosan:

Mi pecado principal es la duda. Dudo de todo. La duda me persigue casi en todo momento.

Lectura obligada y muy agradecida: de este tipo de obras de las que uno sale enriquecido e irradiado con la sabiduría y experiencia del autor. Si además, leemos por encima la vida de Tolstói, veremos que se trata no sólo de un artista, sino de un hombre realmente consecuente y de acción.