2 respuestas a «un viaje en bicicleta»

  1. Sacado del ABC en este artículo:
    <cite>Por fin, aparece Jünger a los postres, al que Hofmann conoció gracias a Armin Mohler. acuñador del término Revolución conservadora. Ocurría en 1947, bastante tiempo antes de que se popularizara el LSD. La primera experiencia no fue muy satisfactoria, por cuestión de dosis. «Y Jünger se quedó en el umbral estético. Tuvimos sensaciones maravillosas, pero sin descender a las profundidades. La siguiente vez, le suministré el triple. Fue otra cosa, y él corrigió su juicio. Dijo que el LSD era a los estupefacientes tradicionales lo que la física moderna a la física clásica… En fin, los dos éramos emboscados, tanto en el sentido real como en el figurado. Preferíamos el bosque a la ciudad, nos retiramos de la vida urbana a vivir en medio de la naturaleza. Pero también en un sentido metafórico nos hicimos selváticos, nos convertimos en rebeldes, en anarcas, como a él le gustaba decir»</cite>

    Por cierto, tanto Hofmann como Jünger murieron a los 102 años..

  2. Y un extracto muy pequeño de los acercamientos:

    «La ebriedad también conoce la desilusión. Ésta llega necesariamente, no tanto como relación entre culpa y expiación, como en el cuadro de una contabilidad más amplia en que sin duda también encajan culpa y expiación. Ebriedad y trasgresión son fenómenos colindantes y es difícil a veces separarlos, especialmente en las formas marginales.

    En la ebriedad, ya sea que actúe como narcótico o como estimulante, se consume tiempo por anticipado, se administra de modo diverso, y se toma en préstamo. Tiene que ser restituido; a la pleamar sigue la bajamar, a los colores la palidez, el mundo se torna gris y tedioso.

    Esto aún cabe incluirlo en la fisiología y la psicología, a pesar de que sobre estos ámbitos ya se ciernen catástrofes. Es posible que al mismo tiempo se llegue a un hurto prometeico de la luz y de la imagen, a una penetración en el recinto de los dioses. También allí hay tiempo, si bien los pasos son más poderosos y largos y deja huellas indelebles. También allí hay peligros; la máxima: «En un tiempo viví como los dioses», debe pagarse por fuerza.»

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