Cuando tratamos de comprender la necesidad íntima de otro hombre nos damos cuenta de cuán incomprensibles, cambiantes y brumosos son los seres que comparten con nosotros la visión de las estrellas y la calidez del sol. Es como si la soledad fuera una condición absoluta e insuperable de la existencia: el envoltorio de carne y sangre en el que fijamos nuestra vista desaparece en cuanto extendemos la mano, y sólo queda el espíritu caprichoso, inconsolable e inaprensible, que ningún ojo puede seguir, ni ninguna mano puede atrapar.
Lord Jim – Joseph Conrad
uooo
no leí nada de JConrad, ni siquiera el corazón de las tinieblas, pero mañana echo un vistazo en la biblioteca al libro. además, el cachito que has puesto me viene guay para encabezar una cosa!
qué trendsetter a tu manera estás hecho…
otro abrazo