tres días

Casi al final de El violinista sobre el tejado un edicto del zar notifica a los habitantes judíos del pueblo que tienen tres días para abandonar las tierras en donde viven. Mientras Tevye y su familia empaquetan todos sus enseres yo me encuentro cómodamente recostado en el sofá. Así que para meterme un poco en la piel de los personajes pongo mi cabecita a pensar qué llevaría conmigo si sólo tuviera tres días por delante. En fin, comencemos:

Libros. Sí, tienes bastantes pero no te los puedes llevar. Así que intenta reducirlo a dos o tres títulos. Y ahora viene la duda: ¿cúales?, ¿libros que alimentan el alma, libros que alimentan recuerdos o una mezcla? Venga, como buen gallego escojo los terceros.

Música. Los CD’s se quedan. Los vinilos no los tienes en esta casa. Así que intenta meter en el mp3 todo lo que puedas. Las canciones de tu vida. Probablemente cuando se acabe la batería no puedas volver a escucharlas.

Ordenadores. Vamos, les pueden ir dando a todos y cada uno de ellos. Aquí se quedan. Y eso que lo lamento mucho por las fotos. Venga, haz uno o dos DVD’s con las mejores. Y si sobra tiempo me acercaré a un descampado y enterraré el disco duro externo. Por si vuelvo algún día.

Ropa. Bah…ahora empieza el veranito así que me llevo unos vaqueros y unas cuantas camisetas. Ahhh, y un jersey por si hace frío de noche.

Mis guitarras. Ufff…esto sí que duele. Pero no voy a ir cargando con todas. Así que la eléctrica se pierde el viaje porque pesa mucho y yo soy poca cosa. Aún quedan dos opciones: la acústica o la española. La primera es un poco pérfida y se «chulea» mucho por nueva y haber viajado. La española, sin dudas. Además, la tengo desde hace más de 16 años, así que a sonar conmigo por los caminos. Y en la funda meto también una armónica y una flauta por si acaso.

Fotos, cartas, felicitaciones, regalos, recuerdos. Claro que sí. Sin ellos no eres nada. Una caja de latón de galletas. De esas que hacen ahora imitando a las antiguas. Bien llena, que no se te olvide nada.

Unas gafas porque las lentillas se acabarán gastando. Un boli. Una libreta vacía. Una navaja multiusos. Alguna chuchería que pueda intercambiar en el futuro (pacotilla: así llamaban a la parte que un marinero podía llevar consigo en el barco para intercambiar con las gentes de las islas).

Y nada más. Me sobran dos días. Seguro que duraría poco en la carretera porque soy poco previsor (¿dónde está la comida, dónde el dinero?). Pero me alegra saber que podría dejarlo prácticamente todo. Eso sí…no me quites la caja de galletas: ella se viene conmigo al fin del mundo.