perra vida

El portero de nuestro edificio era un hombre con bigote muy a lo magiar que tenía unas botas altas y relucientes y parecía la caricatura de un soldado de los de antes, dibujado por János Jankó. Llevaba un uniforme histórico del primer ejército magiar porque le correspondía en su puesto de empleado en el ayuntamiento, y era un hombre vanidoso y gallardo que por nada del mundo habría cogido una escoba con sus manos. Todas las labores de la casa y el edificio las realizaba su esposa. Ella era quien en realidad mantenía al uniformado y a sus dos hijos, mis compañeros de juegos: uno de ellos estudiaría mecánica y se alistaría como marinero, mientras que el otro llegaría a terminar la universidad y a vestir como un auténtico caballero. El nivel de vida del portero, así como su botella diaria de aguardiente, los libros de texto de sus hijos y sus elegantes vestidos eran fruto del trabajo de sus esposa: ella abría el portal a los vecinos por las noches y recibía alguna moneda, bajaba la basura y recibía otra, lavaba y planchaba para toda la casa, y así reunía lo necesario. Consiguió que sus hijos se convirtieran en verdaderos señores, acabaran sus estudios y cayeran ambos en la guerra. Entonces ella también se dio a la bebida, y los dueños del edificio terminaron por echar al matrimonio de porteros alcohólicos.

Sándor MáraiConfesiones de un burgués